un mundo iluminado
fecha de publicación: 24/02/2012
La localidad donde residían mis amigos, ubicada en una hermosa bahía, tenía un nombre francés. Nada podía ir mal en aquel lugar. La vida poseía un ritmo decimonónico. Yo no tenía otra cosa que hacer que pasear por el astillero, observar a un pescador solitario haciéndose a la mar, pasear y buscar setas, pues era otoño, esa modalidad maravillosa de la estación que se llama indian summer, el oro del sol en el oro de las hojas, días de blueberry pancakes y de un buen fuego por la noche, junto al cual leíamos en voz alta y por turnos. Recuerdo que leíamos a Voltaire, aunque eso no encaje con la idea que la mayoría de los holandeses tienen de los americanos. Mis amigos vivían en una casa de almirante del siglo XVIII, con una rosaleda y un césped y hayas centenarias. El canto de los pajaros, los chupitos de bourbon con hojitas de menta fresca al atradecer…la felicidad terrenal era completa…
Cees Noteboom , "Lluvia roja"
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