un mundo iluminado
Étienne Delessert. Suiza, 1941.
Finalista del Premio Andersen en 2006 y 2010.
American Society of Illustrators Golden Medal, en 13 ediciones.
American Society of Illustrators Silver Medal, en 14 ediciones.
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Etienne Delessert nació el 4 de enero de 1941 en Laussane, Suiza. Es uno de los creadores que más ha influido en la radical renovación de la ilustración que comenzó en los años 60, momento en que vió la luz The Endless Party, obra que causó una auténtica brecha en el panorama editorial destinado a los niños.
Galardones de gran calado han ido jalonando su trayectoria (por dos veces obtuvo el Premio Gráfico de la Feria de Bolonia, trece veces medalla de oro de la American Society of Illustrators y doce veces medalla de plata…), a lo largo de la cual ha ilustrado más de ochenta libros. De sus colaboraciones con Eugène Ionesco y Jean Piaget han surgido obras inolvidables que se han convertido en auténticos puntos de referencia en la evolución de la ilustración para niños. Está considerado como uno de los padres de la ilustración infantil moderna.
Vive en Connecticut con su esposa Rita Marshall, que colabora con él en el diseño gráfico de muchos de sus libros, y su hijo Adrien.
«En sus libros para niños, Delessert tiene la capacidad de adentrarse en la mente infantil, de mostrar la seriedad del juego. Parece entender lo borrosa que es borrosa es la frontera que separa la infancia y la madurez, la curiosidad y el terror, la vida y la muerte. Es raro encontrar gente que piense como pensaba yo. Y él parecía pensar así, y eso me dio coraje en aquel tiempo.
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Yo tengo una teoría. Tengan paciencia conmigo, es algo así: toda tu vida, tus sentimientos y pensamientos son complejos, pero cuando eres pequeño, tu vocabulario es tan diminuto que cualquier intento de expresarlos tiene que ser muy simplista. Abandonaste algunas de tus mejores ideas y fantasías, sumergiste o borraste algunos de tus miedos más profundos, porque no tenías palabras para almacenarlos. La gente adulta (muchos padres) a menudo olvidan que nunca tuvieron ansiedades más profundas, ideas más frescas o pensamientos tan importantes como cuando eran niños, y ésa es la razón de que tengan problemas para reconocerlos y para saber qué hacer con ellos como adultos.
Quizá sería mejor si la gente fuera incapaz de hablar hasta que tuvieran, digamos, veintiuno y un vocabulario decente. Si no intentáramos expresar las cosas hasta que pudiéramos hacerlo adecuadamente, hacer justicia a nuestros pensamientos, florecerían y emergerían en su forma más perfecta. Pero esa tempranas, sinceras percepciones en realidad no desaparecen. Se expresan en los sueños de los niños y en sus pesadillas. Aunque nunca podrás ponerlas en palabras, creo que recuerdas esas imágenes soñadas toda tu vida.
Afortunadamente, Etienne Delessert no sólo recuerda sino que posee la extraordinaria habilidad de dibujar los recuerdos. En sus colores, sombras, charcos, y nubes, sus bestias, fantasmas, y caras amigables, da a conocer las complejidades de la infancia y también ilumina algunas de las verdades más simples de la madurez. Yo creo que ése es su secreto. Y si no tuviste la suerte cuando eras niño de ver las pinturas de los libros de Etienne, ahora tienes una segunda oportunidad.»
Judy Garlan. Etienne Delessert, Stewart, Tabori & Chang, 1991
«El universo humano es inconcebible para él sin la presencia de animales, ya sean familiares o exóticos. Los temas de los cuentos míticos que obsesionan a Delessert exigen una iconografía en la que la naturaleza esté siempre presente, una representación simbólica que sea a la vez perceptible de modo inmediato para el joven lector de hoy y eterna en su imaginería.
Delessert, que aprendió de Piaget que la literatura, si es poética y deja espacio a la imaginación, puede modificar la visión que un niño tiene del mundo, ha seguido creando libros para que los niños lean en compañía de adultos. Destinados a los adultos tanto como a los niños, sus imágenes, incluso aquellas pensadas para los más pequeños, invitan a miríadas de interpretaciones, a cientos de preguntas y respuestas.
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Los paisajes se convierten en míticos y la narrativa es constantemente metafórica. El héroe de esta fábula, hablando en primera persona, revisa sus recuerdos, sus hazañas, y sus amistades, e intenta protegerse a sí mismo de los hechizos mágicos que le rodean. Algún día descubrirá lo que es esencial. Entonces –“alcancé los primeros retales de nieve y ya apenas podía oir la sirena. Así que toqué mi propia canción bien alto.”- verá finalmente levantarse la niebla, alcanzará la orilla del lago y será recompensado con la dulce sonrisa de una mujer.
[…]
Las imágenes, con su belleza plástica, rodeadas de un halo mágico y luminoso, son muy conmovedoras. Las palabras parecen susurrar en nuestros oídos. Podemos abrir las páginas de este libro una y otra vez y cada una de ellas encontraremos un mensaje diferente, según la hora del día y el ánimo de nuestra lectura, y según si prestamos más atención a la canción de la sirena o a la del violín.»
Janine Despinette. Etienne Delessert, Stewart, Tabori & Chang, 1991
«En el mundo real, y en sus cuentos, Etienne estaba poseido por su pasión por la gente. Su visión los descomponía hasta lo grotesco y los elevaba al nivel del mito. Como Creador, insuflaba vida en sus criaturas; sus ideas siempre se convertían en encarnaciones.»
Bertil Galland. Etienne Delessert, Stewart, Tabori & Chang, 1991
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