un mundo iluminado
fecha de publicación: 25/12/2011
La Navidad es uno de mis mejores recuerdos. Sentada en la catedral escuchando las notas del órgano que llegaban a todos los rincones del enorme edificio.
Nos congelábamos en el camino de vuelta a casa por Munkegaten, que entonces era aún una calle empedrada. Otras familia a derecha e izquierda, con la misma alegría que sentíamos nosotros.
Luego, nuestra casa. Y el olor a lechón asado y a col en escabeche. La espera en una habitación oscura donde mi hermana y yo nos sentábamos en el suelo, nerviosas y llenas de esperanzas, porque sabíamos que en el cuarto de estar estaban adornando un árbol para la celebración. Ruidos de papeles y pisadas rápidas que sugerían secretos.
Y cuando por fin se abría la puerta y nosotras, que éramos niñas, veíamos el árbol de Navidad por primera vez allí, muy tieso, en medio de la habitación, iluminado por la luz de las velas, casi nos desmayábamos de alegría.
Mamá se sentaba al piano. Era mucho más joven de lo que yo me daba cuenta. Con deseos y añoranzas que sólo ahora reconozco, cuando ya es demasiado tarde para compartirlos.
Cuentos relatados junto a la cama por la noche. Cocoa y pan con mantequilla, plátanos y gelatina de manzana. Una mujer sentada, su cabeza de cabello castaño corto inclinada ligeramente hacia otro lado. Levanta la vista de vez en cuando, me mira y sonríe.
Eso era la felicidad.
Liv Ullman , "Senderos"
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