Tecnicolor

un mundo iluminado

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fecha de publicación: 01/08/2014

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Ahora, ante el miserable campo de sus antepasados, todo resurgía ante él. También de ahí venían las lágrimas de viejo que había tenido esa mañana en la cama. Siempre se lo había guardado todo para él, aunque lo sintiera furtivamente mientras trabajaba en su jardín o en su viña. Sí, algunas veces eso le había pasado por culpa de un olor, de una luz o de un recuerdo, pero allí, delante de ese paisaje saturado de luz que descubría de nuevo, todas sus emociones acudían a él en un orden incontrolable. Un estremecimiento bajo su piel, extrañamente, lo refrescaba hasta provocar una multitud de descargas eléctricas que excitaban su placer y lo dejaban pasmado. Albert, en medio del campo de su infancia, en ese paisaje milenario, disfrutaba repentinamente de estar vivo.
La imagen de Suzanne lo atravesó. Seguramente también a causa de los efluvios de alhelí que le llegaban a ráfagas. Le gustaba su olor a agua de Colonia cuando ella subía a acostarse y perfumaba toda la cama. Pensó que, cuando muriese, le gustaría ser enterrado en un sudario empapado de ese perfume, lo único que podría llevarse consigo al Más Allá.

Jean-Luc Seigle , "Al envejecer, los hombres lloran"

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© Fernanda Medina. …quieres hablar conmigo?