un mundo iluminado
fecha de publicación: 19/09/2010
La noche. Qué agradable, por un rato al menos, pensar en el niño, el niño que no pregunta nada y sueña en lo inimaginable. A gusto en su cama, quieto como una momia. Los monstruos están a raya; el toro no bufa. Tiene su querida y ajada mantita azul agarrada en el puño. La manta resulta tan necesaria para su sueño como el paracaídas hinchado para el salto seguro del paracaidista.
La imagen que nos formamos del niño cuando llega la noche -tranquilo y durmiendo dulcemente- es un engaño necesario. Romántico y también un poco triste, como una carta de amor entregada en mano o amar a alguien que vive en otra ciudad. Todos somos vulnerables a la oscuridad y al silencio. Y, sin embargo, debemos imaginar algo. Debemos decir algo. Cada noche, en la habitación a oscuras, las últimas palabras que susurramos son siempre -y solamente- «Buenas noches».
Ann Beattie , "Retratos de Will"
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