un mundo iluminado
fecha de publicación: 27/12/2016
En medio de la oscuridad, escuchamos atentamente, por si oíamos los cascabeles de un trineo y, aunque probablemente ya éramos demasiado mayores para creer en Santa Claus, los oímos de verdad y yo la vi sonreír, ampliamente y sin cinismo, y agradecí tener un hermano que había accedido a permanecer en el frío y oscuro exterior y agitar una campanilla simplemente para que ella se sintiera feliz.
En realidad aquellas primeras Navidades todos hicimos lo posible para que se sintiera feliz.
Por la mañana, la desperté temprano y bajamos sigilosamente a la planta baja. Vimos las fundas de almohada atiborradas de regalos, la zanahoria y las tartas de frutos de secos y especias sin terminar, el jerez a medio beber y el hollín de la chimenea ligeramente esparcido sobre la chimenea.
La observé mientras se quedaba paralizada, mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas, y decía:
-Santa Claus no me había visitado nunca. No creo que supiera dónde vivía.
Sarah Winman , "Cuando Dios era un conejo"
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