un mundo iluminado
fecha de publicación: 18/07/2011
Un poco antes del mediodía volvemos a través de las ruinas hasta un pequeño café junto al puerto. ¡Qué refrescante resulta para la cabeza, que vibra con los címbalos del sol y los colores, la bienvenida que le da la sala llena de sombras y el enorme vaso lleno de menta verde y helada! Fuera están el mar y la carretera ardiente de polvo. Sentado a la mesa, intento capturar entre mis pestañas palpitantes el deslumbramiento colorista de un cielo que el calor ha vuelto blanco. Con la cara mojada de sudor, pero con el cuerpo fresco bajo el ligero tejido que nos cubre, mostramos la feliz lasitud de un día de nupcias con el mundo.
En este café se come mal, pero tienen mucha fruta: en especial melocotones que nos comemos a mordiscos, de manera que el jugo nos resbala por la barbilla. Con los dientes apretados contra el melocotón, escucho cómo el fuerte latido de mi sangre sube hasta los oídos y miro con mis ojos atentos. Por encima del mar, el silencio enorme del mediodía. Todo ser bello posee el orgullo natural de su belleza, y hoy el mundo deja que su orgullo rezume por todas partes.
Albert Camus , "Nupcias en Tipasa"
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