un mundo iluminado
fecha de publicación: 05/04/2014
Si tratamos de buscar un término que se contraponga al pecado, aparecen de inmediato dos ideas: la felicidad y la alegría.
Es fiel quien no traiciona, quien se mantiene del lado de sus convicciones más íntimas, quien no claudica ante la tentación del poder.
La alegría es, por definición, compartida; nos acerca a los otros y nos introduce en el mundo de los placeres recíprocos, de la felicidad que da el ver a los demás felices.
A fin de cuentas, quizá la mejor manera de protegerse del pecado es precisamente ser feliz, lo cual no significa no sufrir, sino otorgar un sentido a todo lo que se hace, por insignificante que parezca, y encontrar siempre razones para seguir disfrutando en compañía.
El pecador sería en este sentido un infeliz, quizá con éxito, reconocimiento, poder, pero incapaz de acercarse al tesoro que guardan las personas, incapaz de sorprenderse por las pequeñas maravillas de la vida.
Gustavo Martín Garzo, Elisa Martín Ortega , "Los siete pecados capitales"
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