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un mundo iluminado

Mundo maravilla

fecha de publicación: 05/11/2010

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El primer año en Humleveien trabajamos mucho en el jardín. Naturalmente conservamos los dos manzanos, el peral y el cerezo. Lo único que les hizo falta fue algo de poda y abono. También dejamos los viejos frambuesos, y tampoco tuvimos corazón para desprendernos de las grosellas ni del ruibarbo. Y también plantamos lilas, rododendros y hortensias. Verónica era la que decidía. Yo había vivido casi toda mi vida en ese jardín, ahora tenía que ser suyo. En días cálidos sacaba de vez en cuando su caballete para pintar todo lo que en él crecía.
Verónica me enseñó a descubrir los pequeños intríngulis de la naturaleza. Hay muchos. Cuando cogíamos flores en el campo, nos quedábamos a veces mucho rato estudiando los pequeños milagros. ¿No es el mundo en sí un increíble cuento?
Estábamos tan entregados, Georg, tan receptivos y despreocupados… Espero que también tú hayas heredado una mente receptiva a esos pequeños misterios. No son menos sugerentes que las estrellas y galaxias en el cielo. Creo que se precisa más inteligencia para crear un abejorro que para hacer un agujero negro.
Para mí, éste ha sido diempre un mundo mágico, desde que era muy pequeño, y mucho antes de que comenzara a espiar a a una joven con naranjas por las calles de Oslo. Sigo teniendo la sensación de haber visto algo que nadie más ha visto. Resulta difícil escribir esa sensación con palabras sencillas, pero imagínate este mundo antes de ese moderno machaqueo de las leyes de la naturaleza, doctrinas evolucionistas, moléculas de ADN, bioquímica y células nerviosas, es decir, antes de que fuera rebajado a ser un «planeta» en el espacio, y antes de que el orgulloso cuerpo humano fuera fragmentado en corazón, pulmones, riñones, hígado, cerebro, sistema sanguíneo, músculos, estómago e intestinos. Estoy hablando de cuando el ser humano era un ser humano entero y orgulloso, ni más ni menos. Por aquel entonces, el mundo no era sino un cuento chispeante.
Un gamo sale de repente de un bosquecillo, te mira durante un segundo, y al instante desaparece. ¿Qué alma es la que pone en movimiento a ese animal? ¿Qué fuerza insondable es la que decora la tierra con flores de todos los colores del arco iris y siembra el cielo nocturno con unos suntuosos encajes de estrellas centelleantes?
Mira el mundo, Georg, mira el mundo antes de haber engullido demasiada física y química.

Jostein Gaarder , "La chica de las naranjas"

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© Fernanda Medina. …quieres hablar conmigo?