un mundo iluminado
fecha de publicación: 11/11/2011
Se sacó entonces del bolsillo el dispensador de caramelos Pez, y, al instante, el padre sintió la misma emoción que su hija. Ese pequeño objeto los remitía al mismo verano. De repente, su hija tenía ocho años. Nathalie se acercó entonces a su padre, delicadamente, para apoyar la cabeza en su hombro. Había en los Pez toda la ternura del pasado, todo lo que se había dilapidado con el tiempo también, no brutalmente, sino de manera difusa. Había en los Pez el tiempo de antes de la desgracia, el tiempo en que la fragilidad se resumía a una caída, a un arañazo. Había en los Pez la idea de su padre, el hombre hacia el que, de niña, le gustaba correr, saltar a sus brazos y, una vez contra su pecho, podía pensar en el futuro con férrea seguridad. Se quedaron anonadados en la contemplación del dispensador Pez, que llevaba intrínsecos todos los matices de la vida, un objeto ínfimo y ridículo, y sin embargo tan conmovedor.
David Foenkinos , "La delicadeza"
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