Tecnicolor

un mundo iluminado

Carme Solé Vendrell

Carme Solé Vendrell. Barcelona, 1944.

Premio Nacional de Ilustración en 1979 por El niño que quería volar, Peluso y la cometa y Pedro y su sable.

Premio Lazarillo en 1991 por Cepillo.

Premio Critici in Herba en 1992.

«Lo que ocurrió después fue lo que nosotros nos temíamos: todo había sido un espejismo. Se habían publicado demasiados títulos, pero no se había trabajado para mejorar o aumentar el número de bibliotecas, para que en las librerías hubiera gente cualificada, especialistas en el tema, siguiendo el fantástico ejemplo de las grandes librerías de comarcas, que han demostrado que cuando se conoce y se trabaja bien el libro también puede constituir un éxito. No se trabajó lo suficiente de cara a la escuela, que cuenta con experiencias magníficas llevadas a cabo por grandes profesionales que enseñan a los niños a amar a los libros y que convierten la lectura en un placer indispensable, pero que son todavía casos demasiado aislados. Se han dedicado pocos medios a la publicidad, hoy imprescindible para el éxito de cualquier empresa. La prensa tampoco se ha interesado en el tema y hoy en día la crítica apenas existe. Así pues, el libro no se ha movido prácticamente de lugar. Y los libros que más se han visto afectados han sido precisamente los libros de autor, justamente los que a los ilustradores nos gusta hacer y que, naturalmente, son los que menos se venden.

Personalmente, cuando he podido escoger, me ha gustado hacer libros que hablaran de sentimientos. Se ha dicho acerca de mis libros que pertenecían al realismo mágico, un modo de expresar la ficción dentro de la no-ficción. Me ha gustado hacer libros que no dejaran indiferente al lector, que muchas veces, como en el caso de Els nens del mar, de Jaume Escala, han sido rechazados y defendidos, que han despertado grandes pasiones y eso es bueno, porque en definitiva da sentido a mi trabajo. Els nens del mar es un libro que ha despertado polémicas importantes, porque nos habla por medio de los cuentos y en contraposición a una realidad concreta de los niños que nunca tendrán acceso a los libros, es un libro crudo, en la línea de los libros que quiero hacer y que creo que debo hacer. Seguramente tengo una vena trágica, porque estoy convencida de que es básico que cada uno de nosotros pueda expresar su propio mundo, para ser auténticos hemos de hablar de aquello que conocemos, que forma parte de nuestro entorno, de nuestras vivencias, y que evoluciona con nosotros. Se trata de estar atentos a la propia evolución, de no conformarse. Todos tenemos algo que decir, lo único que hemos de hacer es conectar con ello y conseguir, cosa nada fácil, que llegue a los demás en forma de libro.»

Años sesenta y setenta. Condicionantes de la no ficción para ilustradores. Carme Solé Vendrell.

«Los colores apoyan siempre lo que uno quiere decir y dependen del estado interno de cada uno, sobre todo cuando una obra es personal de verdad.
[…]
Lo que me interesa a mí, y pienso que es lo que mejor puedo hacer, son los libros sobre la sensibilidad, sobre el fondo de de las personas, es lo que mejor puedo transmitir y donde más a gusto me encuentro.
[…]
La evolución en mi forma de ilustrar también proviene de una necesidad interna, del aburrimiento. Cuando ya conoces una técnica, cuando ya no te aporta nada nuevo, necesitas cambiar para no amanerarte, para no caer en la propia repetición. Al final ya no creas, tienes unas soluciones fáciles y eso es muy peligroso.»

Carme Solé, veinticinco años de color. Peonza, n. 26

«Sin embargo, en sus últimos libros, Solé rompe amarras. En vez de seguir el camino que ya se sabe, toma un sendero inesperado. Es como si necesitar una salida a lo conocido, al aburrimiento quizás, un nuevo reto, una velocidad distinta.
Creo que tiene mérito. Creo que, con la bibliografía que tiene, podía haber ganado el Andersen, y como está avalada por criterios más válidos que el mío, amén de por premios y zarandajas varias y por un consenso bastante evidente dentro y fuera del país, no me extenderé en ello, pero un premio es un premio, es un premio, es un premio, y en cambio, Solé elige la pirueta, tira el aerógrafo a la basura, renuncia al camino trillado, a los trucos conocidos, en una palabra: a su dominio. Es el adiós al virtuosismo. Pues, señores y señoras, da la casualidad de que muchos pensamos que el virtuosismo es la tumba de la creatividad.
Espero más libros de Solé en su nueva fase, porque aprendí –aprendimos- mucho de los antiguos y espero aprender de los futuros.»

Asun Balzola. Dos que no ganaron el Andersen. CLIJ nº 68

«Els tres germans i la Carme passen una infància molt dolça plena d’amor i d’atencions. Una època de bombolles de sabó i de vestits cosits a mà. I d’olor de palmons tendres. Però quan la Carme està a punt de fer nou anys, té por de fer nou anys. Perquè als nou anys, dues amigues seves acaben de perdre la mare.
I aquest mal presagi es repeteix, com si totes les agulles dels rellotges s’aturessin per a la Carme.
[…]
Experimentar què passa en el món de la il·lustració fora de casa és una tafaneria obligatòria per a la Carme. Vol connectar amb molts dibuixants. I comença un peregrinatge, d’anys, per totes les fires, amb els dibuixos sota el braç i un somriure a la boca. I es troba molt sola.
A Florència coneix una gran amiga, Letizia Galli, que sembla la bette davis de la il·lustració, la qual li ensenya uns secretes per a professsionalitzar-se seriosament.
La Carme intueix que cal saber filtrar totes les influències per a aconseguir l’estil propi, on es reconegui l’empremta de l’autentic creador. I dibuixa i publica llibres de tota mena.»

17 lletres de Carme Solé Vendrell. Miquel Obiols. Faristol, nº 1, 1985.

«Son sentimientos que están dentro de todos nosotros. Según las circunstancias de la vida, te toca vivirlos con más intensidad o menos. Los niños no están excluidos de vivir estas emociones, y quiero que, si las tienen, se puedan ver reflejados en mis libros, que las puedan canalizar, dirigir. Desde pequeña tuve la certeza de que mi madre moriría pronto, hubo una falta de caricias porque estaba enferma; todo esto, en los libros que me permiten decir algo más, lo he reflejado, particularmente en Yo las quería (1984), un libro autobiográfico. Hacerlo representó una catarsis para mí. Hay niñosq ue pueden vivir circunstancias parecidas a las mías, si no con su madre, con sus abuelos o con quien sea; o es más, aunque no lo vivan direvtamente, si ven la televisión con mirada infantil, verán las terribles cincunstancias en que vive una gran parte de la humanidad. Creo que es bueno que en los libros para niños esto también se encuentre reflejado. Son libros que o gustan mucho o se rechazan porque tocan muy adentro. No son libros que dejen indiferente. Con los niños no hay problema, comprenden, la censura la marcan los adultos: así, algunos libros míos han sido vetados en alguna biblioteca escolar.
[…]
Los niños siempre me han gustado mucho. Los niños representan todo aquello que de bueno tiene la humanidad, la ternura, la ingenuidad… Pienso que es muy importante que se les trate bien, que se les eduque bien. Son lo mejor que tenemos.
Siempre he conectado bien con los niños, pero no siempre puedes tener niños a tu lado para disfrutarlos. Este oficio de la ilustración de la ilustración es muy bello, porque va destinado a un público, en cierta manera, virgen, que piensa, que siente, que te permite trabajar sobre la imaginación, que es exigente, que te ayuda a permanecer despierto. Lo que pasa es que es un momento muy difícil porque ahora todo se basa en resultados económicos. Estamos hablando de libros, de formación de futuros ciudadanos, de arte, de cultura; y los proyectos están en manos de comerciales. Es como para planteárselo. No sé, llega un momento en que me estoy planteando hacer otras cosas; dar clases, por ejemplo, para no tener que ilustrar lo que no me interese. Porque para mí es demasiado importante este oficio como para dibujar tonterías. Cada dibujo que hago representa un esfuerzo considerable. No soy una persona que tenga facilidad, quizá porque cada dibujo me lo planteo en serio. Es bastante duro tener que hacer este esfuerzo por algo que no se lo vale. Quiero hacerlo por libros que conmuevan, que digan algo… Ser ilustrador es una elección artística, no un medio de vida.»

Montserrat Castillo. Carme Solé Vendrell, una elección artística. CLIJ 64, sep. 94

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Galería de imágenes

  • El niño gigante, 1978
  • A bear in the air, 1979
  • Pedro y su roble, 1979
  • El invierno, 1980
  • sole002
  • El invierno, 1980
  • El invierno, 1980
  • El invierno, 1980
  • El verano, 1980
  • El verano, 1980
  • La luna de Juan, 1981
  • sole011
  • The boy with the umbrella, 1981
  • The boy with the umbrella, 1981
  • The boy with the umbrella, 1981
  • Cepillo, 1981
  • Cepillo, 1981
  • La mare, 1982
  • La mare, 1982
  • El pájaro que vuelve, 1984
  • El agua, 1984
  • Yo las quería, 1984
  • Yo las quería, 1984
  • Los jóvenes, 1985
  • Los padres, 1985
  • Los padres, 1985
  • Elephants never jump, 1985
  • The night music, 1986
  • La Biblia, 1989
  • La roca, 1990
  • Un iris irritado, 1991
  • Desde el iris con amor, 1991
  • No mires aquel Iris, 1991
  • Todos los iris al Iris, 1991
  • Los niños del mar, 1991
  • Sonne, Mond und Erde, 1994
  • Der Schwarze Vogel, 1995
  • El jardín secreto o Magenta y el sol, 1995
  • Le silence des arbres, 1999
  • Le grand voyage de Nils Holgersson, 2000
  • Magenta la pequeña hada, 2001
  • Magenta la pequeña hada, 2001
  • Magenta la pequeña hada, 2001
  • Magenta y la ballena blanca, 2003
  • Magenta y la ballena blanca, 2003
  • La cárcel de Cundy, 2006
  • Cartas a Ratón Pérez, 2006
  • Cartas a Ratón Pérez, 2006
  • Cartas a Ratón Pérez, 2006
  • Noël raconté aux petits, 2007
  • Sueños, 2009
  • Sueños, 2009

 

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